El Sr. Martínez contaba el mes pasado que hay un blog por ahí en el que retratan personas sonrientes encantadas con su trabajo y por hacerlo bien. El sitio se llama Gokurousama, en japonés "Gracias por tu trabajo", y las personas que salen no ostentan precisamente trabajos envidiables: repartidores, electricistas, basureros, cocineros, obreros de la construcción, gente de oficio. Nada glamuroso: no hay diseñadores, gurús, brokers, bloggers molones ni nada por el estilo.

Encontrar la satisfacción personal en el trabajo es un reto de cada cual, no siempre fácil teniendo en cuenta que es bastante probable que no encuentres trabajo en tu vocación ni relacionado con tus estudios. Ahora bien, suponiendo que al menos dispongas de unas condiciones dignas, y que no sea un trabajo penoso o desagradable (y aún así deberías intentarlo), no queda más remedio que hacerse amigo del dragón. A saber:

El jesuita hindú Anthony de Mello contaba una historia que dice más o menos así:

Un tipo va al psicológo porque no puede dormir aquejado de pesadillas horribles:

- Doctor, no puedo dormir porque tengo pesadillas en las que sueño que un dragón me quiere devorar. Me despierto sobresaltado y no puedo conciliar el sueño porque me da miedo dormirme de lo mal que lo paso.

- Hum, esto tiene cura, pero el tratamiento le costará cinco mil dólares.

-¡Cinco mil dólares! Olvídelo, que ya me haré amigo del dragón.

[Tony de Mello fue un jesuita hindú que allá por los ochenta publicó un montón de libros con chistes y anécdotas de todo el mundo buscando provocar la reflexión, no necesariamente desde un punto de vista religioso. Posteriormente, Claudio Coelho saqueó la idea, la desvirtuó de su fuerza, le dio un tonillo de buen rollito y la hizo asequible al desaliento y los espíritus débiles]