El otro día vi un capítulo suelto de Dexter, serie de TV. Dexter es un psicópata bueno que es investigador forense o algo así, y por las noches se dedica a cepillarse a psicópatas malos que, al contrario que Dexter, no tuvieron la suerte de que su padre adoptivo los llevara por el buen camino. No está muy claro cómo un psicópata, que no tiene sentimientos, puede tenerlos, pero en fin.

Como los súper-héroes al uso (véase al último batman, al spiderman en ciernes), Dexter es un tipo atormentado por su sino, que reparte justicia sin complejos. Digamos que desconoce la presunción de inocencia, no se equivoca en sus juicios, y ataca a personajes malos, planos, simplistas. Su programa persponal está en la línea de la declaración final de the punisher, esa en la que se dirige a todos los maleantes.

La serie es como una campaña electoral: pura estética, y nada de ética. Técnicamente, es más glorificadora de la administración Bush que 300 (película a la que se le ha acusado de apología de la invasión de Irak). Dexter sueña con tener una vida como la de su vecina-que-está-como-un-queso-y-es-madre-soltera. Aunque no es empático y no tiene remordimientos, se conduce como si los tuviera y aspirara a sentirse integrado, pero claro, esto es todo forma, pero nada de fondo.

La mitad de los gags del chow tiene por argumento las preocupaciones de Dexter por controlar su sed de sangre y llevar adelante su sagrada misión. El argumento de la otra mitad tiene que ver con la perplejidad de Dexter al intentar disimular empatía y conciencia. Probablemente, esta dificultad a la hora de expresar sentimientos y bregar con relaciones personales es lo que atraiga a la gente. Parecido a House.

En fin, hoy he tenido que trabajar en domingo, y eso me pone de mal humor. Quiero decir, peor de lo normal. En fin, vamos a hablar de otra cosa: (y cito) joder, joder, joder. (continúa)