La serie de novela naval de Patrick O'Brian es quizá la más famosa y exitosa que existe en el género, y probablemente sea además la mejor. Cuando una serie adquiere una legión de seguidores, es normal que surjan libros complementarios, pastiches y guías. A sus posibles cualidades novelísticas, las series añaden otras particularidades que trascienden la bondad literaria: la proximidad personal con los personajes, el disfrute prolongado, la curiosidad por conocer la evolución de las diversas tramas y, en resumen, todo lo que hace que al final uno acabe enganchándose. Todo ello suele medirse por una única vara: la cantidad de veces que uno se relee la serie entera o al menos partes de ella. Para el lector ávido, los anexos no son más que una forma de aplazar el final inevitable, pues Patrick O'Brian murió en 1999, y la serie está definitivamente cerrada y terminada, pues su estilo es irrepetible. A decir de muchos lectores -entre los que me encuentro- el crepúsculo comienza la en el último tercio de la serie, pero ello no es óbice para disfrutar del ciclo completo. Sea como fuere, lo que sigue es una lista de títulos de referencia que pueden interesar a los aficionados a la serie, todos leídos por un servidor. Hay otros, ciertamente, pero de ellos sólo podemos saber lo que digan los extractos y reseñas proporcionados por el vendedor. Agradeceremos cualquier aportación en ese sentido. Hace unos meses mantuvimos aquí un interesante intercambio de comentarios con f.j.c.s.en nuestra nota sobre los valores literarios de O'Brian. Esta nota completa y aumenta los títulos referidos. En aquella nota se citan otros autores, tanto precursores como imitadores de O'Brian, y creo necesario señalar una opinión (personal, obviamente): lo malo de empezar por O'Brian es que luego el resto de novelas del ramo decepciona.
Aunque digan lo contrario, configurar una red inalámbrica doméstica no es nada fácil para el lego en la materia. Lo que sigue son mis notas sobre la instalación sobre un punto de acceso "Conceptronic". En vez de tarjeta de red, empleo un adaptador USB de la misma marca para conectar el PC con el punto de acceso. El punto de acceso está a su vez conectado a un router ADSL.
Esta chuchería muestra cómo manipular una ventana de navegador abierta desde otra. La comunicación no es del todo birideccional. Una ventana madre puede cerrar la hija, pero lo contrario no se permite por seguridad.
Para abrir una ventana que luego queramos manipular, es necesario abrirla declarándola como objeto. Esto la hace existir en dos niveles distintos: el espacio HTML es el primero. El segundo es el espacio que maneja Javascript, es decir, el navegador propiamente dicho.
objeto = open.window('url', propiedades);
Como en los viejos cuentos de magia donde el nombre de las personas y cosas tiene su importancia, pues permite dominarlas, el hecho de que nuestra ventana hija tenga nombre nos permite invocarla. Por ejemplo, para cerrarla hacemos: objeto.close()
. En vez de "objeto" se la puede llamar de cualquier forma; la regla es llamarla siempre por el mismo nombre.
Anteriormente hemos analizado cómo recoger la propiedad referrer de un documento, es decir, el documento desde el que se ha llegado al documento actual pulsando un enlace. Aquí se muestra como aprovecharlo. En nuestro caso, tenemos una página de privacidad que puede abrirse en una ventana emergente o dentro de la ventana actual según las circunstancias. En el segundo caso, deseamos que haya un enlace para volver atrás. Por razones que no vienen al caso, no hay disponible un lenguaje de scripting en el lado servidor.
La propiedad que deseamos analizar es document.referrer
<script language="javascript1.1">
// verificar si hay un referrer
if (document.referrer != '')
{
document.write ("<a href=\""+ document.referrer +"\" target=\"_self\" onclick=\"history.go(-1); return false;\">Volver</a>");
}
</script>
"La diferencia entre una chica masticando chicle y una vaca rumiando estriba en la mirada astuta de la vaca".
En ocasiones es necesario detectar si la URL de una página llega con una almohadilla (o ancla/anchor). Por ejemplo para resaltar un elemento, ya que una URL que se carga de esa manera atrae la atención del usuario a un punto concreto, pero es posible que ese punto esté rodeado de un montón de contenido. En lenguajes de servidor se puede despiezar la URL por completo salvo el hash, es decir, lo que viene con la opcional almohadilla. La justificación de este comportamiento es que se trata de una señal del navegador para el navegador que el servidor ignora. Por tanto, el tratamiento de un ancla debe realizarse en el lado de cliente. Mediante las funciones del DOM es posible identificar un elemento por su ID y de ahí efectuar alguna operación como, por ejemplo, modificar el estilo por defecto.
Javascript ofrece dos propiedades de interés para el elemento document:
El referrer llega de esta manera:
document.referrer
. En este ejemplo no lo usamos, pero es un buen sitio para apuntarlo.
El hash se obtiene así:
document.location.hash
.
Este enlace para pop-up falla graciosamente si no hay javascript habilitado:
<a href="privacidad.htm" target="_blank" onclick="window.open(this.href, this.target, 'width=600,height=400,scroll=auto'); return false;">
Resumiendo mucho, antes de seguir la URL del enlace, el navegador reacciona al evento (en este caso onClick
). Return false tiene un papel importante: al recibir un false
después de ejecutar la instrucción del evento, el navegador se para y no sigue el enlace. ¿Qué pasaría si no se colocase la instrucción Return false
? Que el navegador abriría dos ventanas: una para la ventana emergente y otra nueva ("_blank"
). Esta técnica permite colocar un pop-up que ofrece una alternativa viable para webs accesibles.
A modo de ejemplo:
Simbiontes: con return false:
<a href="http://www.simbiontes.com/" target="_blank" onclick="window.open(this.href, this.target, 'width=600,height=400,scroll=auto'); return false;">
Simbiontes: sin return false:
<a href="http://www.simbiontes.com/" target="_blank" onclick="window.open(this.href, this.target, 'width=600,height=400,scroll=auto');">
Este experimento puede resultar de interés para las personas que necesiten llevar encima cables USB. En el mercado local no he encontrado cables ultracortos. La longitud media de los cables, que va del medio metro en adelante, los convierte en un elemento aparatoso para llevar a mano en el bolsillo, máxime si tenemos en cuenta la proliferación de dispositivos que emplean conectores USB.
El objetivo de esta práctica consiste en saber si es viable acortar un cable, soldarlo y comprobar que aguanta el uso frecuente. El acabado es grosero: puede mejorarse, pero aquí estamos desarrollando una prueba de concepto. He aquí el estado de nuestro experimento:
Y funciona. No pierde conectividad ni hay desconexiones de dispositivos. Nuestro basto prototipo cabe en el bolsillo y podemos convertirlo en un llavero o similar con la ayuda del solícito dependiente de alguna tienda de componentes electrónicos que amablemente nos sugiera posibilidades de su amplio catálogo. Entre otras propuestas, tomamos nota de: un llavero con un extensor de cable; una funda para cables que se contraiga con el calor para realizar un montaje más estético. Es conveniente realizar la excursión a la tienda cuando haya poca clientela. Por ejemplo, una tarde veraniega.
Los cables cortados y pelados.
MPx200 enchufado al PC con nuestro Frankenstein-USB
Hace dos meses, aconsejado por NcR, decidí adquirir como teléfono de empresa un Motorola MPx200. NcR ha hablado ya de este teléfono, si bien hace tiempo que dejó de usarlo porque, debido a parte de sus actividades profesionales, prueba muchos modelos de terminales. Voy a completar las notas de NcR con una mini serie que titularemos "MPx200 con parsimonia", y que asociaremos con una categoría de notas. Lo que aquí se diga no sólo ha de servir para los propietarios de un MPx200: cualquiera que use un teléfono con windows podrá encontrar detalles de interés aquí.
Las premisas iniciales para escoger un teléfono de este tipo son las siguientes: necesitaba correo electrónico y agenda para mantenerme en contacto y no despistarme olvidando citas. Sin embargo, no necesito ni editar documentos de texto ni navegar habitualmente ni componer mensajes de correo muy largos, lo que descarta la necesidad de un dispositivo más grande como una Palm.
En mi caso, es suficiente la posibilidad de consultar el correo cada cierto rato (por ejemplo, después de estar media mañana en una reunión fuera de la oficina), y especialmente de disponer de la agenda actualizada y poder sincronizarla con la de casa y la del trabajo. Había otros modelos disponibles y, de hecho, el MPx200 era un remanente que nadie quería en la empresa. Las razones de peso para elegirlo fueron que es un teléfono con windows (lo que comercialmente se llama "smartphone" o "teléfono inteligente"), que tiene correo, navegador, agenda, sincroniza con outlook y, esto es especialmente interesante, dispone de un SDK basado en .Net: una buena excusa para experimentar con él.
Una página colectiva y ecléctica para comentar y apuntar cosas.
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Si quieres curiosear, puedes consultar:
http://tira.escomposlinux.org
La tira ecol ha vuelto.